Desde la copa del árbol más alto, un Chavarri (Chauna chavarria) vigila el entorno, desempeña muy bien su papel de “rey de los pantanos”, alto esbelto, negro grisáceo con su coronilla negruzca, lados de la cabeza y garganta blancos, pescuezo negro. Majestuoso. Cumple su papel en solitario: vigila, cuida y señala. Es amigo del planeta.
Es un ave grande de 79 a 91 cm. de longitud. Se distingue por la presencia de una coloración roja alrededor del ojo, presenta unas plumas de color negro que sobresalen en la coronilla, las patas son de color rosado rojizo, los lados de la cabeza y la garganta son de color blanco, el cuello es de color negro y el cuerpo en general presenta un color gris oscuro con algunas partes verdosas.
Se encuentran en un rango reducido de distribución en Suramérica, observándose únicamente en Colombia y Venezuela.
En Colombia se localiza en tierras bajas en pantanos, lagunas con gran vegetación en sus alrededores, madreviejas y áreas abiertas o boscosas, hasta 200 m.s.n.m. en la región Caribe en la Sierra Nevada de Santa Marta y en el Valle del Magdalena medio.
Se considera una especie común en los valles bajos de los ríos Cesar y Magdalena, con un ciclo muy evolucionado con adaptaciones a todos los ambientes y ecosistemas de nuestro territorio. Se alimenta principalmente de la vegetación semiacuática como el clavo de Ciénaga y el berro.
En la Zapatosa
En Chimichagua funciona un grupo de amigos del chavarri, liderados por Hugo Alberto Gutiérrez, quienes tienen un amplio conocimiento de su ciclo: elaboran el nido encima de la vegetación acuática formando montículos. La hembra pone de 2 a 7 huevos color blanco o amarillo y el periodo de incubación dura de 42 a 44 días. La elaboración del nido e incubación de los huevos es realizada por ambos padres.
Se encuentran solitarios, en parejas o grupos pequeños. Son de carácter tranquilo, pero cuando están en celo pueden tornarse agresivos. Su canto es muy sonoro parecido al sonido de una trompeta, lo que permite su fácil ubicación.
Estado de conservación
A nivel global se encuentra clasificada como especie casi amenazada, pero en el ámbito local se clasifica como especie vulnerable, debido a la destrucción creciente de su hábitat por el drenaje de los humedales para usos agrícola o ganadero, la destrucción de los manglares, la caza indiscriminada y el tráfico ilegal para su comercialización como mascotas.
La población estimada en Colombia es menor a los 10 mil individuos y se cree que en el país se encuentra la población más viable, correspondiente a cerca del 70 por ciento de la población global. Es considerada una especie casi endémica de Colombia y por lo tanto es de gran preocupación todo lo concerniente a su conservación.
Dentro de las medidas de conservación tomadas en la actualidad está su preservación en sitios protegidos como el Parque Nacional Natural los Katíos y el Santuario de Flora y Fauna de la Ciénaga Grande de Santa Marta; de igual forma, en cuanto a las medidas propuestas se encuentran proyectos para la protección y el mejoramiento de las condiciones de los humedales, políticas contra la extracción del petróleo y la ratificación de la convención de Ramsar (1997). Se requiere de más investigación en cuanto a la ecología y a la reproducción.
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